El agricultor con carné del Ku Klux Klan del campo de lechugas situado al extremo, siempre al extremo, de algún lugar del Baix Llobregat, atendió, como cada viernes por la tarde, a un grupo de marroquíes a los que él definía como "moros de mierda" para venderles las sobras de la semana a un precio módico. El agricultor defendía su postura ante los demás agricultores de la zona, no como un acto xenófobo e irracional, sino como una simple demostración de la vagueza española. Esa noche, el portavoz de los marroquíes negociaba las condiciones de su producto:
(esta conversación ha pasado por un censor muy amable que ha corregido los insultos racistas por frases y expresiones que no hieran directamente a la sensibilidad del lector)
- ¿Esto no lo han lamido los perros, no? - insinuó el portavoz marroquí.
- No, por favor, buen hombre, esta clase de vulgaridades no las ejecutan estos nobles animales.
- Algunos perros lo hacen...
- ¡Hay que ver! ¡Qué mal lo debéis pasar en vuestro poblado!
A Javi Martín.
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