dimarts, 30 de juny del 2009

Mini-relato negro 4

El oficial nazi Otto Franz dejó su sombrero, presidido por una majestuosa águila imperial, sobre una de las mesas que llenavan el crematorio número 3. Cogió violentamente por los brazos a la mujer que había ante él, le arrancó sus vestiduras a rayas de un tirón y la lanzó fuertemente contra uno de los hornos, que estaba en desuso a esas horas de la madrugada. El golpe contra la puerta metálica invadió la soledad de la fúnebre estancia. Se bajó los pantalones y aún le dio tiempo de escupir sobre la estrella de David bordada sobre la camiseta a rayas de la prisionera antes de ponerla a cuatro patas y de empotrarla contra la puerta del horno. Mientras Otto la violaba, sin voluntad de disimular una mueca de desprecio en su rostro, la "rata judía", como él la había llamado, se golpeaba la cabeza contra la puerta de metal del horno con tal violencia que, acto seguido, la puerta se abrió de par en par. Del interior de aquel hueco de piedra salió, entre cenizas y huesos medio carbonizados, un cráneo que se postró, por azar, delante de la víctima del oficial nazi. Ésta, asustada por tal inesperado encuentro, sólo alcanzó a decir:

- ¡Cielos, mi marido!

1 comentari:

Oriol Esteve ha dit...

Argh! Qué bestia, nene! Aunque es divertido...